Conforme avanza la tecnología en el ciclismo van apareciendo distintas alternativas para mejorar los sistemas actuales. Un claro ejemplo de los avances es el grupo, donde tradicionalmente se usa cable, siendo uno de los sistemas más confiables y estudiados.
Sin embargo, ha llegado el momento de avanzar: los cambios electrónicos. Estos se han hecho populares en el ciclismo competitivo, donde los grandes equipos los llevan al límite. Aquí la pregunta es si esta tecnología puede ser parte de cualquier bicicleta en un futuro no tan distante.
- Precio: El primer punto a considerar entre un grupo mecánico y uno electrónico es su costo, ya que su diferencia es abismal.
- Mantenimiento: Los grupos electrónicos llevan la delantera de manera parcial, ya la opción de autoajuste permite cambios de marcha exactos por más tiempo; sin embargo, cuando estos componentes necesitan mantenimiento, actualización de software o una reparación, es más complicado realizar ya que se necesita personal y equipo especializado.
- Fluidez. El cambio de marcha es un punto a favor de los electrónicos, ya que estos reaccionan más rápido y su accionar es más sencillo y preciso en comparación con los mecánicos.
- Batería: El principal punto en contra es la autonomía. Si bien la media de duración de estas baterías es de 2,000 km, al quedar sin carga los cambios no servirán para nada.
- Funcionamiento: el accionar es diferente pues para cambiar de plato o piñón, se hace mediante un impulso eléctrico que da la orden al desviador, minimizando el desgaste de los cables de cambio. considerable.
INTENTOS FALLIDOS
En la década de los 90 Mavic desarrolló un cambio electrónico que no prosperó, pues no estaba probado al 100%. Más de 10 años después, en 2009, Shimano presentó el Dura-Ace, un cambio electrónico que basaba su funcionamiento en una batería de larga duración, permitiendo que los pulsadores se sincronizaran automáticamente con los desviadores.