Giacinto Benotto y su industria de bicicletas dividido en los escenarios de Italia, México y Venezuela. Un personaje como pocos, que cambió la historia del ciclismo en nuestro país.
“México era el país donde yo cabía porque a mí me gustan las cosas en grande, y México es grande”.
– Giacinto Benotto –
En los albores de la década de los 30, en el período de entreguerras, la ciudad de Torino vio nacer el primer taller de bicicletas de modestas características que Giacinto Benotto, junto con su hermano Cesare, compartieron bajo compromiso y dedicación. Estos factores los llevó a generar nuevas tecnologías para hacerse de un nombre ante una Europa política y socialmente complicada del entonces 1931. Giacinto era un conocedor de las demandas ciclistas profesionales por su práctica como ciclista amateur o como profesional a sus 20 años en la carrera de esta categoría en Milán, la Criterium D’Appertura o la San Remo, donde también tuvo un “buen papel” según él mismo comentaba; todo ello le dejó un profundo aprendizaje de la práctica y de la técnica del ciclismo y la bicicleta.
Después de la Segunda Guerra Mundial, América parecía ser el mejor escenario para una economía más próspera; entre Ernesta y Felice Benotto prepararon el terreno entre Venezuela y México para que se integrará uno de los miembros más prósperos, Giacinto Benotto. Este italiano experimentado supo convertirse en el integrante líder de la compañía quien ya tenía experiencia de negocio en México desde 1948. “México era el país donde yo cabía porque a mí me gustan las cosas en grande y México es grande” comentaba Benotto. Ese traslado no fue solitario, se apoyó de sus técnicos y la maquinaria italianos, así como de su familia. Después de un año del arribo en Guadalajara decide establecerse en la ciudad de México desde donde surgió un negocio próspero, fortalecido y heredado para las generaciones posteriores que, desde dentro y fuera de la compañía, se convirtió en paradigma del ciclismo en México.